7/16/2009

Madrugada Local.


Le puso las esposas y la ató al cabecero de la cama. Con la pistola le apuntó en la sien, despacio, lentamente, le fue pasando la pistola por la cara hasta colocarle el cañón en la boca a la vez le decía palabras duras: ¡Qué puta eres! ¡Te vas a enterar! ¡Lo que has hecho no tiene perdón!...
En los ojos de ella el miedo era latente.
-Por favor, por favor, déjame yo no he hecho nada. No he hecho nada.
El comprobó que la pistola estuviese cargada.
-¡Puta! ¡Eres una puta! Me la vas a pagar. Con un gesto brusco, le abrió la camisa y dejo al descubierto un sujetador negro que trasparentaban unos pezones muy apetitosos. Le pasó la pistola por los pechos, primero por el izquierdo, después por el derecho, volvió al centro. Introdujo el cañón de la pistola entre el sujetador y la piel y tiró para él, soltando el sujetador y dejando al aire los pechos
- ¡Puta! Eres una putita barata.


¡Dios, cómo me ponen de cachondo las películas porno que echan de madrugada en el canal local!


Miguel

1 comentario:

BLAS dijo...

Algunas son ideales. Otras no tanto.

Bonito relato.