1/03/2011

De color rosa -Primera parte-


Estrella salió de la farmacia, metiendo en el bolso lo que había comprado en ella y comenzó a caminar calle abajo. Se detuvo unos pasos más adelante ante un cartel amarillo que había en la acera de enfrente, por donde iba caminando. Miró a derecha e izquierda y cruzó la carretera. En el cartel, ante el que se había parado, podía leerse en letras mayúsculas y en color rosa “CONOZCA SU FUTURO” y en la línea inferior en color negro “conozca de usted hasta lo que no quiera saber”. Ella hizo un gesto con la cabeza, esbozó una sonrisa y retomó el caminar. A los pocos metros se detuvo y retrocedio los pasos que había dado. Volvió a estar frente al escaparate. Miró hacia la puerta, había un cartel que decía “entre sin llamar, le espera su futuro”.
Empujó la puerta y entró sin titubeo alguno. El habitáculo a donde le traspaso la puerta de entrada era oscuro y abrió los ojos un poco más.
−Buenos días señorita –dijo una voz femenina y carrasposa, casi oculta en la oscuridad.
Estrella dio un pequeño respingo de susto y asombro.
− ¿La he asustado? –dijo la voz carrasposa.
−Un poco, no me la esperaba, además esta todo tan oscuro –dijo Estrella
−Mi nombre es Luna. Y desde el vientre de mi madre soy adivina. Antes de nacer supe que mi madre moriría en el parto. Así fue. ¿Qué te trae por aquí, bonita? –habló la adivina intentando controlar un deje andaluz.
−Yo me llamo Estrella. He visto el cartel en la puerta y quería saber cuanto cuesta… –Preguntó con una voz algo temblona.
−Depende, bonita, de lo que quiera saber. Aunque la sabiduría no tiene precio. Yo cobro porque tengo que alimentarme. Pero el saber es gratis.
−Pero no se si tengo dinero, acabó de estar en la farmacia y…
−Para ti baratito, hija, tienes cara de buena gente e inocentona. Para ti baratito −le volvió a repetir la adivina.
−Es que no se si tengo dinero suficiente, porque…
−No te preocupes por el dinero. Ya que estas aquí dentro no te vas a ir sin saber algo de tu futuro. Tu cara dice mucho, bonita. Esta llena de inocencia y juventud –le interrumpió la adivina. Siéntate aquí en esta mesa.
La adivina fue hacia la puerta y echó el cerrojo.
−Siéntate en esa mesa−le volvió a repetir
−Pero es que yo… −intenta decir Estrella
−Nada tú calla y déjate llevar, bonita –le dijo la adivina, mientras abría una pequeña caja de madera y extraía un pañuelo que protegía las cartas del Tarot.
−Pero si en realidad no quiero saber nada… solo –comienza a decir Estrella
−Calla, no te das cuenta, bonita− dijo la adivinadora −No lo ves: tú Estrella y yo Luna. Somos dos partes del firmamento, del universo. Tenemos compenetración.
Mientras hablaba barajaba las cartas.
−Corta la baraja, con mucho cuidado, respira hondo y piensa lo que quieres saber, aunque a mi no me hace falta que me digas lo que quieres saber. Yo lo sé –dijo la echadora de cartas.
Estrella suspiró y cortó la baraja en tres partes.
−En tres partes has cortado, ¡eh bonita! ¡Qué dividida tienes tu vida! –le dijo la adivina. ¿Quieres que te adivine antes el pasado para que tengas seguridad en mí y así creas lo que te voy a predecir?
−No, yo solo quería saber… –empezó a decir Estrella
−Si, como casi todas -interrumpió la adivina. −Queréis saber como va a ir en el amor. En tu carita se nota que estas deseando enamorarte. No hace falta echar las cartas para saberlo.
Comenzó a extender el manojo de cartas por la mesa en forma de V.
−Bonitas cartas, preciosa, bonitas cartas –Habló la adivinadora en voz alta.
−Mira, aquí tienes la carta principal, la que rige tu vida “el ahorcado”, esta en el centro del presente y del pasado y esta boca abajo. La suerte esta contigo, bonita –le dijo Luna.
Estrella se movió un poco en la silla.
− ¿Y seguro que el ahorcado es una carta buena? –Preguntó con voz incrédula.
−De las mejores y tú la tienes justo en el centro de tu vida. Todo te sonríe –Volvió a decirle la adivina.
− ¿Y que me ve en amores? –Le preguntó Estrella, con un hilito de voz.
−En amores es donde mejor te va a ir –le dijo levantando dos cartas, una de la parte derecha y otra de la izquierda. −Mira aquí tienes “la emperatriz” que simboliza el amor. ¿Ves como brilla este pájaro que tiene ella entre sus manos? −le dijo señalándole la carta es el resplandor del amor. Y tú lo tienes reluciente. Te va a llegar muy pronto. Es más me atrevo a decirte que está a la vuelta de la esquina.
−Pero, yo es que estoy saliendo con un chico, Marcos, y llevamos saliendo un año. –dijo Estrella con voz algo alterada.
−Ya lo veía yo sin necesidad de cartas pero una es muy profesional y no puede dejarse llevar por los sentimientos. Tú estas “mu enamorá” te enamoraste enseguida del primer hombre que te dijo tres tonterías, porque tú eres de las que se entregan por completo al amor. Me lo dice mis vibraciones interiores y esta carta lo que hace es confirmarlo. Tu amor brilla como los chorros del oro del castillo de la emperatriz, que por eso esta al otro lado “la torre” carta que confirma la solidez del amor.
CONTINUARÁ


© Miguel Urda

1 comentario:

Loli Pérez dijo...

Miguel, estoy peor que Estrella, queriendo saber todo lo que es capaz de inventar Luna.
No tardes con la 2ªparte!!!

b7s