9/17/2014

¿Espectaculo? ¿Fiesta Popular? VERGUENZA



Un año más ha ocurrido. Un año más la noticia no deja indiferente. Un año más se ha celebrado la fiesta del Toro de la Vega de Tordesillas, donde los vecinos del pueblo, asistentes venidos de otros lares y curiosos, juegan con la inocencia de un animal ¿salvaje?, –dado que no puede defenderse y está en inferioridad de condiciones–, sustentados en el arraigo de una costumbre que cuenta con más de cuatro siglos de vigencia. Antes de cuestionar a los participantes de esta fiesta, debo pensar si una fiesta que tiene arraigo y tradición y que viene recogida en las guías de viaje -me asombraría si estuviese catalogada como fiesta con arraigo cultural- y cuya finalidad es torturar a un animal debe ser discutida o simplemente rechazada por sentido común.
No me cabe en la cabeza que haya personas a favor de esta fiesta ¿Tienen sentimientos? Una parte –¿minoritaria?- de nuestra sociedad tiene asimilado que al toro se le ha "domesticado" para una finalidad: ser el eje de la Fiesta Nacional, pero ¿por qué no le damos la vuelta a la fiesta y en vez de ser el toro quién sufra las consecuencias de la fiesta sea un ciudadano de a pie? Que sea escogido por sorteo entre los admiradores o fanáticos a la fiesta y sea él quien sufra los embistes, las risas, las burlas, el ensañamiento de sus compañeros incluso, si es necesario, que sea tirado desde el campanario; total, la ciencia dice que el hombre es un animal ¿evolucionado? ¿Qué pasaría? ¿Nos daríamos cuenta de que un animal sufre? ¿Qué pasará cuando sus compinches de divertimento lo vean lleno de sangre o cómo agoniza en el suelo? ¿Se divertirán de la misma forma? ¿Reirán igual que lo hacen hoy? ¿Vapulearán a su colega de tortura? ¿o recapacitarán sobre la fiesta en cuestión?
Hay quién compara la fiesta, cuyo componente principal es el toro, con la cacería de zorros en el Reino Unido. Otra salvajada y que pasó de ser una necesidad del hombre, –matar para comer y/o sobrevivir–, a un divertimento en la aburrida sociedad victoriana. Son casos totalmente diferentes de brutalidad con el único nexo de que es el animal el que sufre, el que padece la crueldad –de la mano o del pensamiento– del hombre. Cada país tiene sus costumbres, sus arraigos, sus fiestas... pero, teniendo en cuenta que somos lo que sembramos, me asombro, me echo a temblar al pensar que nuestros antepasados sembraron sangre para cosechar risas.
El próximo año, estoy seguro, hablaremos de la misma salvajada, de que la fiesta tiene detractores y partidarios, porque durante otro año no se habrá hecho nada para remediarla. Solo fue una noticia más, en un día más para los medios de comunicación.


© Miguel Urda

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