9/13/2010

Dudas sobre una bañera -Detrás de una mirada-


A simple vista la foto resulta curiosa y dice mucho, una bañera llena de libros, pero por más que la miro para intentar crear una historia no puedo, sólo me produce interrogantes. ¿Por qué hay una bañera llena de novelas que parecen ser del Oeste? ¿Se cruzarán los tiros de rifles de los vaqueros y las flechas de los indios en ellas? ¿Habrá intercambio de protagonistas entre ellas? ¿Mantendrán diálogos los personajes de distintas novelas al estar todas apiladas sin orden alguno?

¿Qué pasará si el grifo se abre sin querer y comienza a inundarse la bañera de agua? ¿Se hundirán los protagonistas? ¿Seguirán siendo los mismos finales? ¿Llegará el dueño de la bañera y de las novelas a tiempo para salvarlos? ¿Tomara algún baño en ella o los libros le han obnubilado el sentido y ha decido no bañarse más? ¿Hará sus abluciones entre libros? ¿Será un experimento de alguna universidad para ver el efecto del agua en el desarrollo de los personajes de las novelas?

Vuelvo a mirar la foto de nuevo y me doy cuenta que hay un montón de libros con intención d querer hacer el salto de trampolín y lanzarse de lleno a ella. ¿Qué tiene la bañera para querer sumergirse en ella? ¿Lo conseguirán? Me inclino a pensar que sí, que lo consiguen, y entonces se produce una orgía literaria. Y con total seguridad, sí, cambian roles, protagonistas, se entremezclan historias, principios, finales... La literatura es una locura. Me imagino a un Don Quijote luchando contra gigantes ensimismado por los versos de amor de Oscar Wilde; a una codiciosa Celestina llamada Teresa de Jesús apostando por los suspiros de un imposible Federico García Lorca; observo como camuflan su historia de amor Fortunata y Jacinta en un Macondo aún sin encontrar en los mapas del siglo XXI; cómo Sancho Panza sonríe a las travesuras de su Lolita preferida;… Me quedo petrificado al ver los derroteros por los que puede salir la literatura.

Una vez más observo la fotografía y me doy cuenta que la bañera parece presidir el centro de la alcoba o habitación, sustentada por cuatro piedras y ladrillos apoyados en un suelo tosco. Pienso muchas cosas, que son los aposentos de un loco desbordado por la literatura, que es la trastienda de una biblioteca, un pajar; un cuarto habilitado para los trastos… Me gustaría poder centrar mis pensamientos pero no puedo, no lo consigo, la literatura y la locura del párrafo anterior me han hecho perder mi serenidad. Mi pobre imaginación me dice que es una bañera de época en una chamarilería en una ciudad clásica, por ejemplo, Venecia, pero seré iluso yo, allí sólo hay canales y gondoleros que pasean a parejitas de enamorados asentando su felicidad eterna. Yo no sé donde esta tomada la foto, sólo lo sabe la dueña de la fotografía, pero… por más que insisto no me lo quiere decir. ¡Qué coraje!
.

© Fotografía María Ureña
© Texto Miguel Urda

9/06/2010

No es lo que parece (Detrás de una mirada)


Serán muchos los que piensen que somos dos vulgares copas de vino, que estamos en el suelo a la espera de un oportuno comprador en este mercadillo de segunda mano. Apenas nos miran a pesar de que nos venden por una ridícula moneda. Quizás no sepan la importancia que tenemos y la historia que hemos vivido, ¿acaso no se dan cuenta del escudo que preside nuestro cuerpo?

A simple vista parecemos dos copas sin nada, sin ningún tipo de lujo, lisas, de elegante estilo pero no saben que fuimos fabricadas una a una, con un vidrio soplado de especial calidad. En su día formamos parte de la colección más grande jamás realizada para un Gobierno. Hoy estamos sucias, empañadas, pero a pesar de todo nuestro periplo de exiliadas puede comprobarse la notable calidad de la que estamos hechas, ni un arañazo presentamos. La vajilla de cristal completa era más de ocho mil piezas, entre copas de agua, de vino, de ponche, de champagne… cada una de un tamaño diferente. Éramos limpiadas a mano por delicados pañuelos de lino fabricados expresamente de la India. El servicio tardaba cinco días en tener toda la cristalería resplandeciente y ahora, nadie es capaz de apreciarnos.

Fuimos encargadas para las grandes ocasiones, donde nuestro señor lucía orgulloso un pecho lleno de condecoraciones. Las fiestas daban comienzo con un vals, bailado por el General y su esposa. La música no dejaba de sonar durante días y días. “¡Qué no faltase de nada a los invitados!”, era la consigna general de su anfitrión. Por ellas pasaron, aunque ahora lo niegan, gente de la nobleza europea, banqueros norteamericanos, cantantes, actores y actrices de la época dorada de Hollywood, incluso una reina exiliada, y cualquier persona con un precio disponible para obtener la amistad del régimen.
.
Los cambios no son buenos para todo el mundo. Los amigos y adscritos del general huyeron cuando la tormenta política daba señales de comenzar. El miedo y las malas noticias competían velocidad en el pequeño país. El cerco sobre El General se achicaba. La música dejo de sonar, las copas dejaron de brillar. Y hay quienes dicen que incluso murió con una copa de vino en la mano.


© Fotografía María Ureña
© Texto Miguel Urda

9/01/2010

Detrás de una mirada -Manos en reposo-

Manos en reposo


Difícil tarea hablar, mejor dicho escribir, por primera vez sobre una foto que en apariencia no dice nada. ¿Qué puedo decir de unas manos cruzadas y que están en reposo sobre lo que se intuye que puede ser una pashmina de color blanco?

Lo primero que me llama la atención son los abalorios que lleva su dueña y que resaltan bajo una piel nívea: un anillo en su dedo anular izquierdo y una pulsera, ambos de formas sencillas y estilizadas, probablemente plata.

Debería ser objetivo y escribir sin ceñirme a quién pertenecen esas manos, pero no puedo, conozco a su propietaria desde hace bastante tiempo y por lo tanto sé el porqué son tan simples. Unas manos que durante muchos años han estado poniéndome un café con leche, un croissant o un pitufo para mi desayuno diario. Los itinerarios de la vida provocó una separación entre nosotros y cada uno tomo un rumbo diferente, yo dejé de desayunar esa cafetería y ella partió a otros lares. La puerta del cine-club del que tanto hablamos en esos desayunos nos volvió a juntar años después, un abrazo sincero, muy sincero y cariñoso a pesar que entre los dos sólo existía la confianza o la amistad que hay entre un cliente y una camarera. Nunca hemos traspasado esta frontera, pero creo que ha sido por no haber oportunidad, ahora la cosa es diferente, hay proyectos en remojo para realizar entre los dos. Mery -yo fui el primero en llamarte así, ¿te acuerdas?- volvió a trabajar en la cafetería que ahora es restaurante y cada jueves voy a comer. Lo primero es darle un beso y después ver que hay de menú. Por eso no puedo ser objetivo y ponerme a hablar de una manos así como así, son una manos de una mujer trabajadora, donde puede observarse cicatrices de quemaduras y cortes, la uña del dedo meñique es un indicador de que tiene las demás cortas e intenta mantenerlas cuidadas. Todo va supeditado a la comodidad para desarrollar un trabajo entre fogones.

¿Dónde están las manos apoyadas? Las manos están en una posición laxa, cómodas, como refugio de una conversación con un interlocutor interesante en un mostrador, sin sostener nada en la mano para no distraer la atención de ese momento ¿Por qué está bajo un pañuelo blanco? Posiblemente sea el pañuelo para cobijarse de un frío otoñal o primaveral antes de entrar en el local y ¿por qué blanco? El blanco es sinónimo de pureza. ¿Son puras las manos de Mery? Sin dudarlo me atrevo a decir que sí, pues las manos son reflejo de una persona y Mery tiene una mirada limpia y unas manos de mujer muy trabajadora.
.
© Foto, María Ureña
© Texto, Miguel Urda

8/31/2010

31 de agosto


Hoy acaba el mes estival por excelencia. Mañana la rutina y normalidad vuelven a hacer acto de presencia en casi todos nosotros. Yo no iba a ser menos, a pesar de que todavía sigo padeciendo la inmensa apatía que el verano provoca en mí.


No es fácil retomar el hecho de escribir y poner la mente a trabajar tras varios meses de inactividad, pero me he dicho “lo siento hasta aquí has llegado, Miguel”. Voy a hacer como los programas de televisión o radio al inicio de la nueva temporada dar un cambio a mi blog, un lavado de cara. Comenzaré el mes con una entrada titulada “detrás de una mirada” , que será de carácter semanal, en concreto cada lunes –a excepción de mañana- y donde en colaboración con la fotógrafa María Ureña comentaré una foto de su colección; por otro lado intentaré seguir en mi línea creativa de relatos o recomendación cuando lea algo que merezca la pena compartir.


Han sido unos meses de creatividad y calidad paupérrima, y me doy vergüenza a mi mismo cuando echo un vistazo a lo escrito y volcado aquí en estos meses. Pero es algo que no se producirá más veces. Esté en Alaska huyendo del calor (ver entradas anteriores) o esté por aquí el próximo verano, no se repetirá. Os lo aseguro.


Quiero dar las gracias a mis seguidores y lectores fieles que a pesar de saber que no pasaba por mi mejor etapa literaria habéis seguido leyéndome o comentándome, por escrito o de palabra, (Loli Pérez, Ineluky, Alforte –no me he olvidado de tu relato de la plancha-, Clara del Valle, Javi Dos y Javi Tres…) y también dar las gracias a los nuevos integrantes o seguidores quiénes me han dado un poco de optimismo para poder hacer trampas al verano y ponerme a exprimir la bombilla de mi creatividad (Ignacio, Fernando, Mery, …)


Gracias a todos por dedicar unos minutos de vuestro tiempo a leer las cosas que pasan por mi cabeza.

Nos vemos mañana, uno de septiembre.


© Miguel Urda

8/24/2010

Apuntes de París


Leyendo un pequeño, pero interesante libro de Fernando SanMartin he encontrado un párrrafo en el cual me identifico completamente, aquí os lo dejo para que saqueís vuestras propias concluiones.

Miguel Urda



… Estoy decidido a no ser un haragán. Me he propuesto escribir. Sé que la vida es muchas veces una sesión quirúrgica, el boxeador que espera el próximo golpe. … Algunas noches escribo como un barman preparando sus cócteles. Otras veces escribo como un cobarde en un territorio minado. Porque lo peor es cuando uno se siente solo. Entonces la escritura no es el bebedizo que me hace olvidar. Se me acercan las preguntas como zorros hambrientos. La escritura es una tea de fuego con la que logro alejarlos. Pero no siempre es así.
Con la escritura descubro cómo soy. Fuera antifaces. Fuera aspavientos. Fuera cerrojos que una coloca en puertas inventadas. Pero la escritura es una ejecución. Y en ella, qué curioso, uno es víctima y verdugo a la vez.

Apuntes de París
Fernando San Martín

8/18/2010

El silencio oxidado de una roja circunferencia


…Tengo dudas, muchas dudas pero no sé como responderlas. Tengo miedo, tanto de enfrentarme a mí como a ti, y a todo lo que me has provocado últimamente, aunque ya no estoy tan enfadado contigo incluso diría que existe una cohabitación pacífica entre nosotros. A veces siento como me faltan las ganas de luchar contra ti, tienes unas raíces tan bien asentadas que difícilmente conseguiré eliminarlas.


Hay días que me cuesta vivir y cuando lo intento veo que mi vida esta dirigida por una rutina abocada al vacío. He intentado mirar atrás, al invierno que acaba de terminar y sólo veo un espacio de tiempo perdido, tengo que ponerme a rebuscar en las carcomidas capas del recuerdo algo que me haga ver que existió, y que yo lo viví, pero únicamente encuentro el rastro de lo que tú me has dejado.


Sueles ser injusta conmigo por las noches. Te da por despertarme y hay me tienes, vueltas y más vueltas en la cama, aumentado cada vez los dolores. ¿Por qué me haces esto? ¿es consecuencia de la edad? Cuando uno es joven piensa que nada de lo que les ocurre a los mayores les pasarán a ellos. ¡Qué pronto pasa el tiempo! Una vez que cruzas el umbral de los treinta la carrera de cumpleaños se sucede de forma meteórica, los cuarenta, los cincuenta y cuando quieras darte cuentas estas ya jubilado y llenos de achaques. Sin embargo, ahora que dispongo de mucho tiempo libre no tengo tiempo para nada. Tú no me lo permites y transcurres muy lento. Eres jodida hasta para eso, igual resulta que eres una envidiosa y por eso te manifiestas de esta forma, porque de lo que estoy seguro es que tú has llegado a mi vida por algún motivo que seguro descubriré, no suelo darme por vencido fácilmente.




Este fragmento pertenece a un ¿relato largo?, ¿novela corta?,… que intento desarrollar en mi libreta de todo, esta muy, muy en bruto y en cimientos casi. Tiene por nombre "el silencio oxidado de una roja circunferencia".



©Miguel Urda

8/10/2010

Maldito verano


Lo siento. No puedo, no puedo, el verano me puede y mira que lo intento, pero nada, no puedo. Las ideas no quieren fluir, busco por aquí y por allá; miro en notas atrasadas para dar formar a algo y nada, no puedo. Realizo trampas para engañar a la imaginación y esta no quiere caer. No puedo, no puedo. Tengo varias cosas empezadas pero no quieren fluir. La creatividad está de vacaciones. Me estoy planteando muy seriamente el verano próximo irme a Alaska, no es broma el otro día, en un arrebato de odio pleno al verano, me compre una guía que me costó treinta euros. Yo no puedo seguir así. El verano me puede.
Sois bastantes lo que me habéis reclamado alguna entrada, algún relato, un micro, algo… pero nada, lo siento. En verano dejo de ser yo, dejo de ser persona. Tengo todo abandonado, blogs, lectura, cine... Añoro el frío, la lluvia, la caída de la hoja… Sólo tengo ganas de acostarme y que cuando me despierte sea ya invierno. Ahhhhhhhhhhhhhhhhh. Maldito verano.

© Miguel Urda